mayo 3, 2024

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Quién fue Mama Antula, la mujer de la Revolución de Mayo que canonizará el Papa

En los inicios de la Patria, cuando aún el territorio formaba parte del virreinato del Perú, una mujer laica, vestida con ropa de varón (un hábito jesuita), puso en valor la dignidad femenina, en épocas en las que las mujeres vivían para ser madres o para ser monjas, no leían ni escribían y les estaba vedada toda actuación social independiente respecto de un hombre.

La expulsión de los jesuitas de América, en 1767, fue el contexto histórico en el que María Antonia sobresalió. Nacida en 1730 de una noble familia oriunda de Santiago del Estero, la «madre de ciudades» desde 1553, hablaba quechua y evangelizaba a las comunidades originarias junto con los miembros de la Compañía de Jesús, antes de su expulsión.

De hecho, fueron los quechuas quienes la bautizaron “Mama Antula”, diminutivo de Madre Antonia.

Mama Antula era una mujer audaz. Recorrió a pie casi 4.000 kilómetros por el virreinato del Perú, en las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba. Cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata, se instaló en las costas porteñas, donde se dedicó a difundir los ejercicios espirituales ignacianos y construyó uno de los edificios más antiguos de la ciudad: la Santa Casa de Ejercicios (1784), aún en funcionamiento, manteniendo vivo el legado de la Compañía de Jesús mediante la realización de los retiros de su fundador, San Ignacio de Loyola.

Acusada de loca y de bruja, el peso histórico de Mama Antula en los sucesos independentistas de la Argentina quizá haya sido más importante que el religioso, aunque ahora esté olvidado. Es considerada una madre de la Patria: de las multitudinarias tandas de ejercicios espirituales realizados por ella en la Santa Casa, participaron varios próceres de la independencia, como Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga y hasta el virrey Santiago de Liniers.

La importancia de Mama Antula en la historia de la Argentina radica en que fue fuente de consulta de los hombres que impulsarían la Revolución de Mayo, al punto que se evalúa agregar su nombre a la estación Independencia del subte.

Su tarea implicaba un fuerte impacto social: protegía a las mujeres sin casa y albergaba a los niños abandonados alimentándolos, vistiéndolos, dándoles un hogar y bautizándolos con el apellido “San José”.

En las tandas de ejercicios espirituales convivían ambos sexos de todas las clases sociales y condiciones: autoridades, patricios, nobles, criollos, campesinos, mercaderes y esclavos, en un preclaro ejercicio de fraternidad humana.

Era una mujer poderosa: en la Buenos Aires colonial de entonces, en la que la Iglesia tenía tanto o más peso político que el virrey, ningún seminarista podía ser ordenado si antes Mama Antula no había certificado su comportamiento durante los ejercicios espirituales.

Por Sergio Castellano

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