
Leda, una mujer de 44 años que cuenta con el respaldo de la Iglesia, convocó en Rosario a 10.000 personas en la última celebración que realizó el martes 29 en la parroquia Inmaculada Concepción. AIRE reunió los testimonios de los fieles que vivieron la experiencia y aseguran que la mujer es un «ángel».
El nombre de Leda se repite entre los creyentes que hacen fila para poder ingresar a la parroquia Inmaculada Concepción de Rosario. En dos semanas, el templo ubicado en Richieri al 200 se transformó en el espacio más convocante.
Leda Bergonzi tiene 44 años e integra el grupo de oración Soplo de Dios Viviente. Desde hace semanas su nombre resuena entre los fieles y creyentes que se acercan todos los martes a presenciar su oración de sanación. Muchos la califican como «sanadora», un adjetivo que ella rechaza sin dudar.
Los más previsores llegan al lugar el lunes por la tarde; otros optan por madrugar el lunes, con el sillón en un brazo y el mate en otra mano, encaran la espera que se extiende hasta la apertura de las puertas de la parroquia, donde Leda celebrará la oración e impondrá sus manos a quienes se acerquen.
El martes 29 de agosto la cola se extendió por más de siete cuadras. Desde la organización del grupo Soplo de Dios Viviente calculan que 10.000 personas transitaron por los pasillos de la parroquia Inmaculada. Leda culminó la celebración a la 1.30 de la madrugada y cumplió con todos los que estuvieron presentes en las filas, ya que nadie se retira sin recibir la bendición que ella otorga.
“Fe”, “milagro”, “alivio”, “libertad”: las razones por la que los creyentes acuden son tan variadas como la cantidad de personas que habitan el mundo. Solos, con amigos o familias enteras, se instalan en las veredas que guían hasta Leda.
“Es la tercera vez que vengo y realmente se siente”, contó a AIRE Graciela, metros antes de atravesar la puerta de ingreso al patio de la parroquia en donde se ubican alrededor de 400 personas. Esta mujer acudió a Leda para pedir por su familia y evitar una operación por una dificultad que le impedía.
“El tema es venir y tener un encuentro espiritual con Dios, porque a veces en todo este proceso y los problemas económicos, la gente necesita volver a creer y sentir que se puede que no hay nada imposible. Lo principal es venir a buscar el encuentro con Dios”, asegura Graciela que estuvo en la cola desde las 8.30 de la mañana, pero cuya espera se aliviana al saber que podrá estar ante Leda.
En la cola que se armó por calle Suipacha sobran los sillones, pero la espera se ameniza compartiendo las charlas. “Vengo a agradecer, vine el martes pasado me atendió y me mejoró un montonazo”, cuenta Norma que desde las 2.30 de la tarde se sumó a la espera de miles. Una semana atrás participó de la celebración a la que acudió por problemas en una de sus piernas. “Ella me impuso las manos y enseguida cuando salí lo hice corriendo, y hoy vengo a agradecer”, cuenta la mujer que en ese momento pudo ingresar a la iglesia a las 23.30 y se retiró a la 1 de la madrugada. “Tengo mucha fe. Yo lo vi por la tele, me decidí y vine. Leda es un ángel en la tierra”, agrega.
Maximiliano acudió junto a su familia, desde las cinco de la mañana se sumó a la fila para recibir la bendición que da Dios a través de Leda. “Es mi cuarta vez, tengo varios pedidos espirituales y normales de la vida como tener estabilidad económica, por ejemplo”, sostiene el joven.
Cecilia, su madre, no duda y asegura que no es posible calificar a Leda a quien siguen desde que ella celebraba la oración en la parroquia del Sagrado Corazón. “Para mí es un ángel que mandó Dios y es buenísima, una mujer divina. No tiene palabras”, afirma.
Una experiencia espiritual
La misa que antecede a la celebración de la oración que encabeza Leda comienza puntual a las 17.00. El templo está repleto al igual que el galpón, miles de personas continúan formando fila para ingresar cuando llegue su turno. Leda aparece puntual, son las 18.09 cuando comienza a entonar la mezcla de canciones y mensajes que brinda a los fieles.
Algunos escuchan con los ojos cerrados, otros agachan la mirada, están los que se cubren el rostro con las manos y los que siguen atentos los movimientos de Leda que intercala sus canciones con la prédica.
El mensaje central se basa en la apertura a Dios y en el perdón. Su mano derecha acompaña el ritmo de la canción que entona, nunca es la misma. Cada mensaje tiene un principio y un final en el que se pueden escuchar sonidos poco familiares que en ocasiones confunden con el arameo. Se trata del lenguaje de “lenguas”, una manifestación del Espíritu Santo.
Esta primera parte de la ceremonia se extiende por 45 minutos, después de los cuales Leda se dirige a los primeros bancos de presentes. En el que se ubica a su derecha una familia conformada por una pareja y su hija, son los primeros en recibir la bendición.
El matrimonio conformado por Damián y Vanesa viajó desde Moreno, Buenos Aires, con su hija Morena. Vanesa tiene un tumor en la pierna con metástasis en los pulmones y hoy se traslada con muletas. “Sentí algo increíble desde que ella llegó, no sé cómo explicarlo, es una sensación hermosa y tengo toda la fe de que por medio de Leda me voy a poder curar”, aseguró a AIRE la mujer.
“Yo vine a acompañarla, me sentí cómodo y libre”, cuenta a su momento Damián. “Tengo fe que por medio de Leda Dios va a escuchar mi ruego”, agrega la mujer.
Morena, la hija adolescente, también vivió su experiencia. La joven, que cayó de rodillas cuando Leda la tocó, asegura que sintió una descarga. “Me sentí bien, cómoda, y se me aflojo el cuerpo. Cuando me caí de rodillas sentí una descarga”, relató.
Tras esta primera demostración, las personas empiezan a pararse, algunos con chicos en brazos apuran el ritmo. En el medio, los colaboradores que integran el grupo de Soplo de Dios Viviente, intentan ordenarlas y brindan las indicaciones para que el ritual se lleve a cabo de manera ordenada.
Los minutos pasan y traen la calma, las filas se ordenan una hacia el costado izquierdo y otra al centro. Los creyentes se acercan como pueden, algunos con sillas de ruedas, otros con andadores, están los que sufren alguna incapacidad que dificulta el acceso al altar.
Leda se ubica al fondo del mismo con su equipo, el canto sigue acompañando toda la ceremonia en donde algunos caen de rodillas, otros se desmayan y muchos rompen en llanto.
Una vez que la conmoción pasa, las personas que recibieron la bendición de Leda se ubican en los bancos o se retiran lentamente hacia la salida dando lugar a los que siguen fuera de la parroquia.
En el segundo banco se pueden ver dos mujeres y un hombre, una de ellas sostiene la cabeza con la mano y llora desconsoladamente. Juana, su hermana Rosa y Mateo son oriundos de Florencio Varela. Juana sostiene a Rosa con uno de sus brazos, ya que esta no deja de llorar. “Está emocionada, dijo que sintió algo indescriptible y cayó redonda”, asegura la mujer.
Las hermanas acudieron a Leda para pedir por su Mateo, quien sufre de cáncer de pulmón. “La verdad que es indescriptible, fue algo que entró en mí me tiemblan las piernas”, cuenta Rosa. “Fue muy buena espiritual, me siento aliviada”, asegura Mateo.
Llantos, cantos y gritos, forman parte del escenario que se mantiene hasta altas horas de la madrugada. Todos los creyentes que formaron fuera de la parroquia recibieron la bendición y el mensaje de Leda que aún retumba en sus oídos para permanecer en sus corazones.
Fe, creencia, necesidad son varios los factores que impulsan hoy a los fieles a acudir a esta mujer que rechaza ser una «sanadora» para aclara que solo es un instrumento de Dios y aconseja a los creyentes a entrar en contacto con él. “Yo no me defino, me define la gente y Jesús. Es él quien nos enseña a amar. Es el fruto del paso de Dios por esta comunidad. A veces luchamos por resolver los problemas y eso trae traumas y frustraciones. Cuando no den más, que le pidan a Dios que tome el control de la vida”, aconseja Leda.
Por qué la Iglesia respalda a Leda
El grupo Soplo de Dios está dentro de la Iglesia y responde al discernimiento de los sacerdotes y del obispo. “Hay una obediencia al obispo en cuanto a lo que él ha dado como orientación e indicación”, explica el padre Juan José Calandra, que desde hace ocho años acompaña al grupo y a Leda.
Hace ocho años Leda recibió los carismas de la liberación y sanación. «Ella ha sido fiel y los ha puesto en acción, ha ejercitado. Entonces se ha multiplicado —explica el padre—. Dios nos da los dones, los carismas, las gracias, pero después está de nuestra parte ponerlos en acción, ejercitarlos. Nuestro esfuerzo, nuestro ejercicio».
La Iglesia respalda la actividad de Leda a la cual describe como una “laica con carismas a la que el Espíritu Santo pone al servicio de la comunidad”. “Busquen a Cristo, no me busquen a mí. Todo lo que tengo me lo dio él”, asegura ella en la última celebración que encabezó en la parroquia Inmaculada Concepción ante miles de personas.
Desde la iglesia reiteran que Leda es una laica que pone al servicio de la comunidad los dones y carismas que posee. “No es Leda, es el grupo Soplo de Dios Viviente que pone en acción una serie de carismas”, afirma el padre.
El grupo Soplo de Dios Viviente empezó con un turno de adoración del Santísimo que tenían Leda y su hermana llamado Lumen Dei, los integrantes se reunían desde las 23 hasta las 2 de la mañana. En esas tres horas la gente se empezó a sumar. «Leda integraba ese movimiento. En ese camino hay distintas etapas para profundizar», explica Calandra.
Fuente:airedesantafe.com.ar
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