
No habrá por ahora séptima corona para la Sub-20: Argentina cayó 0-2 este domingo en Santiago de Chile ante Marruecos, que se consagró campeón del Mundial de la categoría.
En un Estadio Nacional que no lucía del todo completo pese a tratarse de la final de una Copa del Mundo, el arranque del juego fue un dechado de manotazos y fricciones, como el que le aplicó Essadak a Soler y que le provocó sangrado en la nariz.
De inmediato, un pelotazo largo de los marroquíes rompió la última línea argentina y dejó cara a cara a Yassir Zabiri con Barbi, que se llevó puesto al delantero en la puerta del área. Tras la revisión del VAR, el italiano Mariani determinó tiro libre que el propio Zabiri cambió por gol con mucha clase ante la tardía reacción de Barbi, quien en la jugada anterior zafó de ser expulsado, aunque no de la amonestación.
Era la primera vez que la Sub-20 iniciaba un juego en desventaja y resultaba un verdadero examen a su fuego sagrado, sobre todo porque los africanos se agrupaban en campo propio para defender la ventaja desde temprano y apostar a una jugada similar a la que acabó con el 1-0 parcial. El infierno tan temido que pronto llegaría.
El combinado de Placente levantaba a las tribunas cuando se asociaban Carrizo con el siempre inflamable Prestianni. Y de una conexión entre ambos nació el tiro libre que la joya de Vélez -que reaparecía tras cumplir su fecha de suspensión- no pudo aprovechar.
Nublada por las imprecisiones como nunca antes, para Argentina continuaban siendo un problema insoluble los pelotazos que Marruecos ensayaba para sortear el pressing alto. Y a partir de una pérdida de balón de Prestianni, Maamma inició por derecha una corrida letal a espaldas de Soler, amagó ante Villalba y sacó un centro para que Zabiri decrete el segundo de su cosecha.
No había transcurrido media hora de juego, los cachetazos dolieron y entonces Placente mandó a la cancha a Silvetti por Acuña para intentar descontar. Argentina necesitaba a Delgado, el volante de Boca apareció y así lo tuvieron Prestianni y Silvetti. En eso Villalba le ahogó el tercero al intratable Maama y la Sub-20 se iba a los vestuarios con mucho por hacer.
Con dos cambios más, la Selección salió a jugar un impetuoso complemento a todo o nada. Debía volver a las fuentes: dominio colectivo no exento de brillo individual y una firme convicción táctica. Pero los minutos pasaban y los nervios aumentaban. Y claro, dos goles abajo la exponían a la velocidad de Maama y la peligrosidad de Zabiri. Pese a hacer un torneo realmente encomiable en Chile, no pudo ser para la Juvenil. Pero el futuro les pertenece.
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